Ni el agotamiento ni el dolor hicieron que lograra conciliar el sueño. Mi mirada estaba clavada como un cuchillo sobre la alfombra donde había dejado tirado el vestido, que ahora, sucio y roto había perdido por completo su elegancia, llevándose al mismo tiempo consigo lo maravilloso de una noche ficticia. En cuanto a la espada de plata, reposaba tranquilamente a un lado sin representar ninguna amenaza como cuando era empuñada por una mano fuerte y hábil, de ésta manera, se podía percibir únicamente como un objeto valioso en un simple mostrador, ó en su defecto, como una inútil barra de hierro.
Aunque mi respiración y ritmo cardiaco se habían normalizado, aún sentía una opresión en el pecho que me estaba ahogando. Quizás en un tiempo pasado me hubiera tirado en mi cama a llorar desconsolada hasta que las lágrimas se agotaran o hasta quedarme dormida, pero, habían pasado tantas cosas en los últimos meses, que, de alguna manera me habían fortalecido, pensaba yo; estaba claro que ya no era la misma niñita que Diemth había conocido… Diemth.
Desvié la mirada hacia la ventana en un intento de percibir algo entre la negrura de la noche y el reflejo de mi habitación que el cristal devolvía; tal vez estaba paranoica pero tenía la sensación de que estuvieran vigilándome desde fuera, como si un intruso observara cada uno de mis movimientos mientras anticipaba otros tantos, así había sido desde que él había entrado en mi vida, quizá mucho antes. Conocían mi pasado, mi presente y estaban convencidos de mi futuro. Nunca me había encontrado en una situación similar, pero me sentía casi de la misma forma que cuando Michael se había mofado de mi inocencia. En realidad era lo mismo aumentado cien veces y con otro personaje. Iba a superarlo, algún día.
Me puse de pie y crucé la habitación decididamente cerrando de golpe las cortinas como si esa barrera de encaje azul fuera a detenerlos, pero al menos ya no era una pared transparente, me dije intentando consolarme; luego apagué las luces y me metí a duchar también con las luces del baño apagadas. Aunque quisiera pasar por alguien valiente tenía que admitir que estaba aterrada. Me frustraba no saber lo que pasaría, me desesperaba pensar en que Liam estaba siendo torturado en mi lugar mientras yo tomaba una ducha de agua caliente para deshacerme de toda esa suciedad y sangre tanto mía como ajena; me ponía furiosa mi ingenuidad, el haber caído otra vez en la trampa de Engel Jackocbsob; me agobiaba el futuro.
Cuando la habitación empezó a iluminarse me di cuenta de que habían pasado varias horas, yo seguía sin poder dormir, pero también seguía sin tener un plan de rescate para Liam, en realidad tenía la mente en blanco, porque incluso los temas relevantes como Gabriel y sus planes, Engel y su complicada doble vida se habían agotado dentro de mi cabeza, resultaba imposible darles más vueltas, ni siquiera tenía caso porque las ideas concretas estaban especificadas y estaba segura de que terminaría inventando cosas, como una esquizofrénica. Sólo me quedaba una cosa que hacer: decirle a Juliette absolutamente todo.
Poco después de las ocho de la mañana bajé cautelosamente hasta la cocina donde como cada mañana el olor a café recién hecho y tostadas flotaba en el ambiente; en otra ocasión hubiera sonreído de gusto, pero en ese momento me revolvió el estómago. Así pues, en el más puro silencio ocupé mi lugar frente al reloj del odioso gatito y me aclaré la garganta para llamar la atención de mi tía, aunque no fue precisamente necesario pues ella ya fijaba su curiosa mirada castaña en mí desde que había entrado en la cocina.
¿De qué va todo esto? preguntó y noté severidad en su voz.
Arqueó ambas cejas y se llevó cuidadosamente su taza de café hacia los labios.
¿Todo qué? respondí con otra pregunta en mi mejor actuación de persona inocente, aunque eso no significaba que la culpa fuera menor.
Es domingo, muy temprano, tú no sueles despertarte temprano los domingos… con suerte te levantas a medio díadijo analíticamente. Además, estás actuando de una manera muy rara y me hubieras convencido si no te conociera, así que ve al grano.
Odiaba cuando se ponía en su faceta de tutora o tal vez estaba hablando directamente con Juliette Warthforc, jefa de un poderoso clan de hechiceros y no con mi tía Juliette Miriam Crawforth.
—Liam está en problemas. —Suspiré.
Me esforcé por mantener el contacto visual con Juliette y ver su reacción, la cual fue impasible.
Liam siempre está en problemasme dijo como si fuera obvio. 
— Anocheempecé yo me escapé para ir  a una fiesta en la mansión Jackocbsob, Engel me invitó… él y yo habíamos empezado a salir de nuevo y me convenció. Después las cosas se pusieron muy mal, entonces…
Al recordarlo todo, con la misma claridad como si acabara de suceder, o estuviera sucediendo de nuevo, un nudo en mi garganta me impidió seguir hablando, sin embargo, la mirada severa de Julliette me incitaba a seguir con mi relato, aunque no era precisamente una mirada que me animara, más bien era una clase de mirada que hacía recaer sobre mi toda la culpa que hasta entonces no había sentido por alguna inequívoca razón.
Continué el relato lentamente por la siguiente media hora, poniendo preciso detalle en lo que se refería a Gabriel y su plan, en esa parte donde él y Engel querían dominar juntos al mundo como una pareja malvada de enamorados inexpertos.
Cuando terminé de hablar mi mirada ya estaba clavada sobre mi regazo, sentía la piel de las mejillas arder y una rara sensación de vacío en el estómago, junto con una rara opresión el pecho con fuerza descomunal que apenas me permitía respirar y el insistente nudo en la garganta, porque aunque quisiera llorar largo y tendido no podía, lo veía como una falta de respeto a la dureza de mi tía, pues ella mostraba tranquilidad y yo no podía quebrarme, de alguna manera quería ser como ella, fuerte ante todos los problemas, después de todo lo que le había sucedido seguía de pie y yo quería quedarme de pie con ella.
Estás castigada; sentenció después de un rato de haber terminado mi relato, pero hablando por primera veza partir de ahora, sólo saldrás de la casa para ir a la escuela; te llevaré al colegio todas las mañanas y te recogeré después de clases.
Alcé la mirada inmediatamente, mirándola con incredulidad.
No pongas esa caradijo átonaes lo que te mereces, no puedes comportarte con decencia, eres una chiquilla inmadura que actúa siempre deliberadamente, parece que aún no has comprendido lo que conlleva ser un Nephillim a pesar de que haz visto como funciona este mundo, no te importa nada más que tu misma y estás… idiotizada por es híbrido.
Ya no… solté con un hilo de voz, en mi defensa.
Cállateme ordenó y se puso de pie para pasearse por la cocina. Sus tacones repiquetearon en el suelo. —Todos hemos hecho sacrificios por ti, por una criatura endemoniada que creímos podíamos rescatar de su desafortunado final; invertimos nuestro tiempo y parte de nuestra vida para que la tuya fuera normal, para que estuvieras a salvo de todo esto. Tu padre murió protegiéndote, tu abuelo también y ahora Liam está pagando las consecuencias de una calentura tuya por un chico que no vale la pena, al cual te prohibí acercarte por una razón, pero claro… sólo tu podías conocerlo, “él es diferente” “él si tiene sentimientos, me lo ha demostrado” ¿No?
—Ya basta… —susurré con voz entrecortada.
Mi mirada se nubló por las lágrimas que se alojaron al borde de mis párpados.
— ¡Nada de basta! —Las palmas de sus manos chocaron firmemente contra la mesa, jamás la había visto furiosa de verdad— ¿Te duele escuchar la verdad?
La respuesta clara era “sí, duele y duele mucho” pero no me atreví a pronunciarla en voz alta, o tal vez mi garganta tenía un nudo tan grande que no podía ser capaz de articular nada entendible. Nunca había visto nada desde ese punto de vista frío; todo el tiempo había sido tan egoísta y únicamente había pensado en mí misma, siempre era Annette enojada, Annette afligida, Annette enamorada de Engel, pobre Annette y su difícil situación… y más Annette. Resultaba patético y molesto, era aberrante ahora que podía verlo desde el punto de vista de mi siempre paciente tía perdiendo el control de esa manera.
Clavé las manos en mi regazo mirando mis dedos retorcerse desesperadamente, y las puntas de mis pies moviéndose ansiosas, esperando la indicación para salir disparados en cualquier dirección que se les indicara.
Lo que tú sientes no se compara en nada con lo que hemos pasado todos por tu miserable existencia espetó.
Repentinamente sentí sus uñas clavadas en mi cara, y me vi mirándola directamente a los ojos; se había inclinado sobre la mesa y me sostenía firmemente por la barbilla, obligándome a mirarla, la ira en sus ojos me confundió pues nunca había visto a la pasible Juliette así, dura y frívola, no conmigo. Finalmente las lágrimas escaparon de mis ojos.
Vete a tu habitaciónme soltó.
Obedientemente y sin rechistar me puse de pie y me dirigí hacia la entrada de la cocina. Por alguna razón me sentía más agotada, más pisoteada y magullada que la noche anterior.
— ¿Q-qué pasará con… Líam? balbuceé cuando llegué al marco.
Ese no es asunto tuyo. Contestó indiferente y sacó su teléfono móvil para marcar un número He dicho que te vayas.
Antes de salir vi como se llevaba el aparato al oído pero me marché antes de escuchar con quien hablaba, aunque en realidad no me interesaba, solamente quería darme cuenta si usaba su habitual tono amable o era fría y cortante. Quería saber si aún estaba dentro de ese cuerpo la Juliette que siempre había conocido y que ahora más bien se parecía a Jeannette, mi madre, o como la imaginaba ser.

Al día siguiente desperté esperanzada que todo hubiera sido una pesadilla, pero el desayuno transcurrió en silencio, el ambiente se respiraba tenso y cada migaja de tostada tenía un desagradable sabor a tierra, como el amargo sabor del café que resultaba más amargo y asqueroso, como un jarabe medicinal.
Exactamente a las siete y media con mi tostada a medio terminar Juliette se puso de pie hizo parte de su rutina y susurró un simple “vámonos”, atravesó el vestíbulo y abrió la puerta delantera; escuché el sonido del motor del auto al encenderse mientras yo me quedaba parada aferrando la taza de café y mirando con añoranza el reloj de gatito que empecé a ver como mi único amigo.
El sonido insistente del claxon me sobresaltó haciendo que me despidiera apresuradamente del horroroso gato tic tac, dejara la taza de café sobre el lavaplatos y recogiera del suelo mi mochila antes de salir casi corriendo para unirme a Juliette en el asiento del copiloto de mi propio auto, que, a estas altura ya no era mío en realidad, había perdido todos mis derechos.
¿Cuál es la condición? había preguntado dudosa.
Mi corazón todavía palpitaba pero no podía apartar la mirada de ese precioso vehículo azul con su moño gigantesco de regalo color plateado.
Que seas responsabledijo Juliette con una sonrisa amplia  pero satisfecha de que el regalo me gustara. Y… que no pongas tu vida en riesgo por tonterías.
¡Dalo por hecho!”
Había bastado poco más de un año para traicionar la confianza que mi tía había depositado en mí aquella mañana de Enero; pero podía objetar a mi favor que nunca hubiera imaginado lo que se desencadenaría  nueve meses después y me pregunté si ella lo había previsto de alguna manera, tal vez, después de todo era una hechicera, tal vez tenía una bola de cristal donde podía predecir los acontecimientos que sucederían más tarde. Descarté la idea inmediatamente, ella tampoco lo hubiera imaginado.
El viaje transcurrió en silencio hasta que llegamos, me dejó fuera del terreno que ocupaba el colegio, tal vez caminar bajo la llovizna hasta la entrada era parte del castigo, una extraña forma de humillarme públicamente. Me despedí con un débil “hasta luego” y empecé a caminar por el aparcamiento; subí la capucha negra de mi chaqueta para rescatar un poco mi cabello de la humedad, el suelo estaba resbaladizo bajo mis zapatillas de deporte, efectivamente, no me había preparado para ese clima porque mi cabeza estaba en cualquier lado menos en Dunkeld. Mientras caminaba a través de los autos que ocupaban sus lugares dentro de los cuadros pintados en el suelo de cemento, se me ocurrió recordar cuando había visto a Liam por primera vez, el clima había sido terrible y ambos estábamos bajo una gran cortina de lluvia, incluso desde ese momento me había salvado la vida, el misterioso chico de la capucha negra.
Me tragué el nudo en mi garganta cuando entré al edificio y me encontré con la vida normal de una estudiante, tenía que comportarme como tal, así que fui por mi libro de historia y me encaminé hacia el aula del señor Lafter. Repentinamente todo parecía normal, el mundo seguía girando y no necesitaba de mí. Cuando me senté en mi lugar inmediatamente me perdí en mis pensamientos olvidándome de la historia, y recurrí al reconfortante mundo de la imaginación pesimista donde no existía una Annette, un adefesio como solía llamarme Liam… Quizás él estaría disfrutando del sol en alguna playa del mundo; mi padre y Juliette estarían juntos, a pesar del riesgo que eso conllevaba y serían lo felices que merecían ser; Engel y Valerie jamás se hubieran metido en la vida de mis amigos, lo que me llevó a pensar que Justin también seguiría vivo. Sin embargo, eran meras fantasías que no se iban a realizar, un montón de errores que no se iban a arreglar, ni siquiera si me suicidara en ese preciso momento lanzándome desde ese segundo piso, o apuñalándome el corazón con un lápiz. El daño estaba hecho, además no era lo suficientemente cobarde, egoísta y no tan tonta como para cometer suicido por todo eso. “Mirar hacia delante y dejar el pasado atrás” decía siempre Henry Crawforth, otra de las personas a las que había traicionado.
Y, únicamente porque no quería que alguna pregunta de Lafter me sorprendiera, no dejé caer la cabeza sobre a superficie del pupitre la cual miré para distraerme un poco. Entonces el lápiz comenzó a bailar con ayuda de mi mano sobre la parte trasera de mi cuaderno de notas, estaba desviando mis emociones negativas hacia un dibujo inocente.
Cuando lo terminé noté que no era cualquier clase de dibujo inocente, en realidad no tenía absolutamente nada de inocente; se trataba de otro de esos dibujos aterradores, que parecían reales, uno similar al que había hecho la mañana que Engel Jackocbsob había entrado en mi vida, pero esta vez no había ninguna criatura alucinante sobre la hoja, era más bien una escena con un par de personajes, una escena de sangrienta tortura en… la cámara de armas del sótano de la mansión Jackocbsob. El corazón me dio un vuelco y mi estómago se contrajo de pena; cerré la libreta de golpe como si eso fuera a hacer menos dura la realidad. No, no era una realidad, era solamente mi imaginación que estaba convencida de que justo ahora eso estaba sucediendo en aquel lugar, podría ser tan cierto como falso.
Eché una mirada alrededor para asegurarme que nadie había visto mi cara de pánico, pero alguien la había visto y la seguía observando fijamente varias filas a mi izquierda, detrás de Rachel Arrington: Engel.
No tenía idea de que estaba haciendo allí, además de fingir que era alumno de la clase de historia, pero me convencí de que había puesto de alguna endemoniada manera esas imágenes en mi cabeza, para que las dibujara y me convenciera de que estaba pasando de verdad, para que relacionara ese dibujo con el mismo que había hecho antes de que llegara. Seguramente se había arrepentido de dejarme escapar y estaba persuadiéndome a través de esos detalles para ir directo a una trampa.
Como si me contestara afirmativamente una sonrisa torcida iluminó su rostro.
“¡Deja de meterte en mi cabeza! ¡Deja de hacer eso que estás haciendo y déjame en paz!” pensé con furia, poco después cerré mi mente como Liam me había enseñado a hacerlo.
Como respuesta la sonrisa de Engel se desvaneció rápido y capté un ligero movimiento de su cabeza, de un lado a otro. No.
Cuando el timbre sonó anunciando el final de la clase salí rápidamente de allí, poniendo distancia entre yo y mi enemigo. Corrí escaleras abajo y no me detuve hasta que llegué al baño de chicas del pasillo principal. Eché el seguro a la puerta y me recargué contra ésta respirando agitadamente, allí estaba segura por el momento. Sí, claro, como si una puerta fuera un obstáculo incapaz de cruzar, ni siquiera a mí podría detenerme eso, mucho menos a él, pero de alguna forma estaba segura de que no se iba atrever a violar el anonimato ante los humanos, no iba a armar semejante alboroto en el colegio, a menos que estuviera desesperado y no lo estaba.
Me dejé caer sobre el suelo, sólo para tomar aire, diciéndome que estaba exagerando un poco respecto a la situación; la idea de Juliette siendo una tutora estricta, de Liam atrapado en la cámara de armas, de Engel allí con sus trucos para llevarme a la trampa me estaban trastornando, si es que no lo habían hecho ya.
“Todo bien”. Me dije a mi misma cuando logré que mi corazón volviera a latir como acostumbraba “Sólo tienes que pensar con la cabeza fría y no caer en las trampas de él”.
Sí, eso… porque me quedaba una clase de química para soportarlo.
“Sólo fue la impresión del momento”. Me convencí.
Decidida me puse de pie, respiré profundamente hasta que el olor a aromatizante y cloro fastidió mi nariz, me volví hacia el lavamanos y abrí el grifo para dejar correr el agua fresca entre mis manos para relajarme, cuando lo vi, reflejado en el espejo: Engel sonriéndome burlonamente. Me volví lentamente diciéndome a mi misma que no estaba ahí, que lo estaba imaginando también, pero si estaba ahí.
Bufé, fue un sonido exasperado el que se me escapó. Realmente estaba volviéndome loca, su juego de asecharme me estaba desesperando; creí que me libraría de él una vez hubiera terminado de revelar sus verdaderas intenciones, pensé que no teníamos que volver a vernos más durante mucho tiempo, eso incluía horas de clase, pero no, ahí estaba molestando.
Ahora sé porque las chicas siempre van juntas al bañosiseó socarronamente arrastrando las palabras, como si presumiera de haber descubierto algo muy importantepodrían encontrarse a un híbrido desquiciado.
Lo tomaré en cuenta para la próxima vez. Musité, no me molesté en ocultar mi tedio.
Crucé los brazos sobre mi pecho y me recargué contra el lavamanos, resignada a que diera de una vez su mensaje, cuanto antes lo hiciera, más rápido se marcharía.
No es un lindo lugar para esconderse miró alrededor arrugando la nariz¿creíste que si te metías al baño de chicas me iba quedar fuera?
Sí, eso había pensado, había pensado que por lo menos le quedaba la sensatez suficiente para no comportarse como un pervertido, pero por favor… es Engel, no había nada de sensatez en él, era un ser sádico, pervertido y punto.
Al grano, Diemth.
Te dije que no pensaras en volver a la mansión. Retomó el tono de seriedad. No intentes salvar a tu amigo.
No he pensado en esomentí y sonó real. Aunque no entiendo porque me dices primero eso y después metes esas otras ideas en mi cabeza, para llevarme de regreso.
¿Qué ideas?
Abrí mi mochila, saqué el cuaderno de historia y arranqué el dibujo que había hecho durante la clase, después se lo pasé con brusquedad, mirándolo con reproche.
Ah… muy bonito, aunque creo que Gabriel no frunce tanto el seño.
¿Por qué lo hiciste?
Esperaba que lo interpretaras como un recordatorio y no como una incitación. Resopló.
Pues no hagas nada y lárgate, no tienes nada que hacer en mi escuela, este es mi territorio y lo reclamo. Vete.
Soltó una corta carcajada, sonrió y un segundo después su rostro era serio.
No es tu territoriodijo como si le recordara a un niño que dos más dos son cuatro y me enfureció más. Además, tengo que estar aquí, le prometí a mi amigo, ese que está obsesionado contigo ¿Lo recuerdas? Ah si, seguro que si… no lo hubieras dibujado tan bien. Se llevó la punta del dedo índice a los labios y sonrió de nuevoSí, mi querido amigo me ha pedido que te vigile y te persuada de ir a rescatar a tu amigo, te daré su mensaje de todas maneras: Dile a tu amante que le doy el plazo de una semana para darme su alma o iré contra mis principios y mataré a mi nuevo precioso Nephilim, pero antes lo haré sufrir mucho.
Engel fue capaz de imitar a la perfección el mismo tono amable pero a la vez cruel que usaba Gabriel cada vez que hablaba. Traté de que no notara que esas palabras habían tenido un efecto en mí, y me quedé parada alzando las cejas, un poco indiferente a su mensaje, sin embargo por dentro ya estaba maquinando un plan de rescate, diciéndome que él no lo mataría, sólo quería engañarme como lo habían hecho muchas veces, sabían que yo siempre caía si me amenazaban con esa clase de situaciones, entonces, con una voz que desconocí en mí, respondí:
Dile que he dicho: Mátalo, aprecio más mi alma que la vida de ese vagabundo miserable. sonreí ligeramenteGabriel debería encontrar mejores cebos.
Es ciertoparecía que Engel estaba complacido con mi respuesta.
Empezó a hurgar distraídamente en su mochila hasta que sacó un sobre manila del tamaño de una hoja y lo extendió en mi dirección. Lo tomé dudosa y confundida, luego lo abrí casi inmediatamente para saciar mi curiosidad, extraje el contenido que eran un fajo de billetes de cien libras, un sobre más pequeño blanco y grueso con el nombre de Sophie escrito en rojo con la inconfundible caligrafía de Engel; después, un trozo de papel donde, con la misma caligrafía afilada y roja estaba escrita una dirección en Hampshire, Inglaterra; algunas hojas apergaminadas dobladas por la mitad, las examiné y me di cuenta que eran hojas del Azadeth Scriptus.
Levanté la mirada del paquete y arqueé una ceja buscando una respuesta.
—Tienes el dinero suficiente, ve a esa dirección; por el momento podrás permanecer segura en ese lugar, ellos te enseñarán a defenderte de mí, después de siete meses, la tregua habrá terminado y empezaré a darte caza así que tendrás que abandonar el lugar. Explicó como si me estuviera diciendo las reglas de un juego de mesa. La carta debes dársela a Sophie en cuanto llegues; si la lees lo sabré y no tendré otra opción que anular la tregua y matarte.
Fruncí el ceño, mirándole con desprecio, luego saqué las hojas de mi grimorio y tiré el resto de su paquete al suelo directamente ante sus pies.
Si tanto te importa que la carta llegue a tu hermana entrégasela tuespeté. Parece, que no te ha quedado claro que ya no soy tu fichita de ajedrez.
Noté que su máscara de serenidad poco a poco se iba transformando en ira, incluso sus ojos se enrojecieron brillantes y amenazadores.
Dime una cosa ¿De qué lado se supone que estás jugando? inquirí, también molesta.
Del mío. Gruñó entre dientes.
Entonces un crujido y un sonido musical se escucharon a mis espaldas, y cuando me volví los espejos se hicieron añicos como si alguien hubiera lanzado piedras contra ellos, me alejé de un salto para impedir que los vidrios me cayeran encima. Sonreí complacida y abandoné el baño de chicas justo para llegar elegantemente tarde a mi siguiente clase.
Decidí saltarme la hora del almuerzo porque por alguna razón no quería encontrarme con Travis, Kat y Andrew, no tendría la paciencia de comportarme como una persona normal delante de ellos, además me planteé la posibilidad de cortar mis lazos de amistad con ellos tres, quizás si me mostraba indiferente y cortante con mis únicos amigos cercanos ellos se fastidiarían de mí y se alejarían, era una medida de precaución ya que era muy probable que Gabriel estuviera furioso y empezara a buscar otra forma de atacar puesto que las primeras no le estaban funcionando.
No obstante, Travis arruinó mi único plan meramente aceptable cuando se acercó a mi antes de que la profesora Monrrow llegara al laboratorio de química; inexplicablemente como si no me hubiera visto en semanas, se abalanzó sobre mí abrazándome con fuerza casi sofocante y cuando se alejó, tenía el aspecto de alguien que ha corrido mucho con el rostro ligeramente rojo y su frente coronada por unas gotas de sudor, sus rizos ligeramente desordenados, pude ver que había alivio en su semblante.
Me alegra que estés bien. susurró como si temiera que alguien más lo escuchara.
Miró en todas direcciones pero el hecho de que faltaran diez minutos para la clase mantenía el salón casi vacío.
¿Por qué no lo estaría? arqueé la ceja pero inmediatamente pensé en la noche del sábado y quise contarle todo;  pero no podía, tenía que actuar como una persona normal y conformarme con eso. —Déjame adivinar. Planeaste un atentado contra mí y después te arrepentiste a última hora.
Más o menosmusitó, pero no había ningún rastro de humor cuando habló; de hecho denotaba gravedad, algo raro en Travis.
Me tomó del brazo y me llevó a la parte trasera del laboratorio, luego volvió a comprobar que nadie más hubiera entrado, se inclinó sobre mí y colocó sus labios cerca de mi oído, estremeciéndome con la calidez de su aliento.
—Sé lo de la fiesta del sábado. —susurró.
Me alejé de un salto, como si su aliento me hubiera quemado. En respuesta él se irguió y me miró como si estuviera pidiéndome una silenciosa disculpa. Mi boca estaba abierta por la sorpresa, la cerré y luego la volví a abrir para decir algo pero no logré articular ninguna palabra, me había quedado sin ellas.
Lo sé todo, absolutamente todoseguía hablando en susurros.
¿Cómo…? Empecé a decir pero su dedo índice cayó en mis labios.
Hablaremos de eso más tarde…
Entonces su postura se puso rígida y frunció el ceño, y su expresión se crispó denotando… ¿odio? ¿Travis era capaz de odiar a alguien? Sólo recordaba que una única vez había visto esa actitud en mi amigo y até cabos aunque aún me resultaba difícil asimilarlo. Me giré un poco para comprobar que la persona que había entrado al aula era Engel.
Entonces… ¿Irás a mi último partido de la temporada? la voz de Travis se transformó en ese tono alegre y casual de siempre ¿Cuándo aprendió a mentir tan bien? Tienes que hacerlo, no has estado en ninguno de mis partidos…
Travis… intenté seguirle el juego. Sabes que no lo entiendo, el fútbol y yo simplemente no somos amigos. Es como otra de tus desagradables novias que soporto porque te quiero.
Me pasó el brazo por los hombros y nos encaminamos hacia la parte donde estaban las mesas, nos detuvimos a lado de la mía ya que estaba mucho antes que la suya.
Pero tu y yo si somos amigos, y quiero que estés porque éste es especial para mí… el último antes de irnos a la Universidad.
Lo miré directamente a los ojos.
Hablaremos después de clase.
Él me guiñó un ojo con picardía pero entre nosotros entendimos que realmente íbamos a hablar, aunque no fuera sobre el último partido de la temporada, pero hablaríamos y muy seriamente, Travis tenía muchas cosas que explicarme. En ese momento, más que nunca me concentré en proteger mis pensamientos de mi compañero de laboratorio y esperaba que Travis estuviera haciendo lo mismo, si es que podía hacerlo, o si estaba también consciente de que podíamos leer pensamientos humanos. Luego me cruzó por la cabeza la idea de que él no fuera humano, podría ser un ángel… la descarté de inmediato, era imposible, lo conocía desde la niñez, definitivamente era humano.
Pasé el resto de la clase distraída en la práctica de laboratorio que la profesora Monrrow nos había asignado, en realidad estaba más concentrada en que Engel no la arruinara a propósito para vengarse de mí por haberlo puesto furioso en el baño de chicas; él podía ser un embustero, cruel, sádico, anciano de ciento sesenta y seis años pero seguía comportándose como niño caprichoso, sin embargo no se atrevió a hacer nada mas que a dedicarse al trabajo, como una persona normal… bueno casi normal, nunca iba a dejar de presumir que él era capaz de hacerlo todo bien.
Después de la clase de química, Travis y yo nos reunimos estando conscientes de que tan sólo teníamos cinco minutos para hablar sobre lo que teníamos que hablar y que no era suficiente, acordamos un plan en el que él iría a mi casa por la tarde con la excusa de que le explicara la resolución de unas ecuaciones matemáticas que le resultaban complicadas. Y así fue, después de las cuatro de la tarde Travis llegó a casa estacionando su Focus amarillo frente a la entrada de mi casa. En ese momento Juliette estaba en la tienda de antigüedades pero tampoco había dicho que el castigo incluyera no tener visitas, además todavía teníamos nuestra coartada matemática.
De acuerdo, empieza. dije ansiosa cuando nos tiramos sobre mi cama mirando al techo, uno al lado del otro.
Travis suspiró y adiviné que no sabía por donde iniciar su relato, que seguramente era tan rebuscado como el mío lo sería en su momento.
Ella me atraía más de lo que cualquier chica lo hacía, de una forma inexplicable… comenzó.
Se refería a Valerie, que de alguna manera ejercía sobre Travis una atracción descomunal, probablemente a propósito, el objetivo de Valerie era llegar a Travis siendo este mi mejor amigo, si terminaba con él, terminaba conmigo. Valerie había llegado por el lado correcto, lo había conquistado y Travis no sabía como pero había perdido el dominio de sí mismo hasta que ella ejerció todo su poder sobre mi amigo, por esas razones extrañas él se había comportado como un idiota, era como si lo hubiera poseído, incluso se culpaba a sí mismo de la muerte de Justin, de sus labios había salido una especie de orden hacia Valerie de matarlo, porque Travis no soportaba a Justin, sin embargo, él en sus cinco sentidos rebosaba tanta bondad como para ejercer de verdad pensamientos malos. Valerie era una gran experta para sacar el lado malo de las personas, incluso personas como Travis.
De alguna manera él había conseguido que ella dejara de hacerlo, estaba aterrado e intentó alejarse de ella, pero nunca lo dejó en paz, siempre estaba a su sombra, torturándolo, contándole cada uno de los planes de los Jackocbsob, contándole de Engel, incluso de Gabriel, pero Travis se sentía impotente para decirme cualquier cosa, porque como era de esperar, Valerie lo había amenazado con hacerle daño a su familia, empezando por Jess.
¿Y por qué me lo cuentas ahora? pregunté con curiosidad.
Él se encogió de hombros.
Porque después de lo que sucedió en la fiesta, supe que por culpa de mi cobardía podía perderte a ti también, y tú eres parte de mí, como lo son Jess y mis padres. Suspiró contrariado. Quise ayudarte cuando vi cómo Balthazar te apresó, pero apenas me moví, Valerie y Engel me dejaron inconsciente.
Desvié la mirada de las manchas en el techo y giré la cabeza para encontrarme con la mirada de Travis a mi lado; sus ojos brillaban pero no era el acostumbrado brillo que le causaba cualquier clase de excitación, si no un brillo de profunda tristeza y de lágrimas contenidas en sus ojos almendrados. Travis se acercó a mí y me dio un beso en la punta de la nariz.
No puedo creer que hayas estado allí dije meditabunda, casi en un susurro.
Si, lo estaba y lucías hermosasonrió melancólico. A veces te miro y no puedo creer que seas lo que eres, que después de conocerte tantos años y creer que eras como yo, como todos, no lo eres.
Pero sigo siendo tu amiga dije a modo de disculpa, como si ser lo que yo era fuera mi culpa. no he cambiado, no para ustedes…
Noté que yo también estaba a punto de llorar y Travis me acarició la mejilla con cariño.
Parte de mi enojo después de la fiesta de Halloween tenía que ver con estodijoque no me lo hubieras dicho nunca cuando se suponía que yo era tu mejor amigo, que habíamos compartido todo desde la niñez, y lo admito, estaba celoso de Engel porque de pronto no confiabas en mí y no te despegabas de él.
Creo que tu te enteraste de todo antes que yosolté amargamente y no Travis, no confiaba en él, nunca quise hacerlo, pero me enamoré de Engel, él… logró lo que quería: apartarme de ustedes.
Oye, yo tampoco hice nada por evitar que Valerie tuviera esos efectos raros sobre mí.
Es diferente...
Después siguió mi turno de contarle como habían ido sucediendo las cosas, desde el dibujo, las pesadillas y cada una de las señales que Engel me había dado para que lo descubriera; Valerie intentando asesinarme en el baño de chicas, el viaje a Blairgowire y el encuentro con el vagabundo que había resultado ser un viejo amigo mío llamado Zanek y mi ángel guardián; la fiesta de Halloween con el beso incluido y mis sentimientos reales hacia Engel, la prohibición de Juliette de acercarme a él; como había descubierto que Leonel era mi padre y no estaba muerto como había pensado por muchos años, mis intentos de huída, otro ataque de Valerie que casi tuvo éxito y descubrir por fin lo que era Engel Jackocbsob y yo misma. Todo eso que había desencadenado una serie de sucesos aterradores, la muerte de mi padre a manos del que creí era un verdadero arcángel, la prisión en Perthshire y Sophie, sobre todo Sophie que había sido una especie de luz en toda esa oscuridad a mi alrededor, hasta que yo había decidido traicionarla por comer el fruto del árbol, y, cómo a partir de allí había empezado a mostrar mis poderes de Nephilim, mis poderes que Engel fingió ayudarme a controlar, pero después había llegado Liam que era como yo, lo que me llevó a apresurar mi narración hasta la noche de sábado donde lo habían capturado. Le hablé a Travis de manera especial de Sophie y Liam, dos buenas cosas que me habían sucedido en todo este infierno.
Me hubiera gustado conocer a la hermana buena y no a la maladijo finalmente Travis a modo de broma para relajar un poco el ambiente tenso en el que nos hallábamos sumergidos.
Por supuesto que si, ella es, en todos los sentidos, un verdadero ángel. Igual que tú.
Mientras que la otra literalmente es un demonio.
Ambos nos echamos a reír como si le encontráramos por fin el lado divertido a todo, reímos hasta la saciedad como si no lo hubiéramos hecho en meses, y verdaderamente no habíamos tenido la oportunidad de reír de esa manera en mucho tiempo.
Contarle a Travis absolutamente todo, me hacía sentir ligeramente libre, como si me quitaran un gran peso encima de los hombros, haberlo dicho todo en voz alta suponía un gran alivio en mi alma pues no había podido expresar en voz alta todo lo que sentía respecto a ser un Nephilim, respecto a Engel, y respecto a todo lo demás, pero ahora había podido hacerlo y se sentía realmente bien porque Travis era la única persona en la que podía confiar, en quien siempre había confiado y guardarle secretos tan importantes de mi vida no me había gustado, como sabía que a él no le había gustado guardarme sus secretos. Seguimos hablando sobre todo durante el resto de la tarde, hasta que ambos escuchamos que la puerta de abajo se abría y supimos que allí había terminado nuestro tiempo de calidad, con la llegada de Juliette. Travis recogió sus cosas y salió temerariamente delante de mí, bajé las escaleras casi pegada a su espalda, ambos lentamente como si temiéramos encontrar un monstruo en nuestro oscuro vestíbulo.
Las luces se encendieron y vi el sobresalto rostro de Juliette cuando vio a Travis.
Buenas noches, señora CrawforthSaludó él con naturalidad.
Buenas noches, Travis… no esperaba que estuvieras aquí.
Juliette me fulminó con la mirada pero Travis fingió no darse cuenta y añadió:
Yo tampoco lo esperaba, pero era urgente que Anne me explicara esas feas ecuaciones diferenciales.
VayaJuliette pareció convencida ¿Y han terminado?
Claro, ya me iba de hecho.
¿Por qué no te quedas a cenar? Preguntó mi tía con amabilidad, en realidad estaba sorprendida tanto por la invitación como por su tono afable, sin embargo a ella siempre le había gustado Travis; bueno, a todo el mundo le gustaba Travis. Prepararé estofado y arroz, creo recordar que es tu favorito.
¡Estofado y arroz! exclamó Travisdefinitivamente me quedo, creo que no entendí bien la diferencia entre diferencial e integral… sólo sé que no se trata de pan.
Entonces los llamaré cuando esté lista la cena.
Juliette rió y después de dejar su abrigo y bolso sobre el perchero se dirigió a la cocina y nosotros regresamos a mi habitación, donde seguimos charlando y tuve oportunidad de mostrarle a Travis el Azadeth Scriptus, él pensó que era maravillosamente aterrador, después empezó a fantasear sugiriéndome que convirtiera en sapo a todos los profesores y de ésa manera podríamos librarnos de los próximos exámenes, pero ambos sabíamos que no era más que una bonita fantasía. Un rato después Juliette nos llamó para bajar y debo decir que la cena fue mucho mejor con Travis en la mesa quien no paraba de hablar sobre cualquier cosa, Juliette y yo sólo reíamos y en alguna ocasión aportábamos algo a la conversación animada de Travis, sin embargo nunca nos dirigimos la palabra directamente. Lamenté que Travis se marchara porque una vez la puerta se cerró tras él, el ambiente tenso volvió a apoderarse de la casa y después de ocuparme de los platos sucios de la mesa subí a hacer las tareas que tenía para el día siguiente.
No obstante, cuando entré en la habitación, sobre mi escritorio encontré el paquete del sobre de papel de Engel, esta vez no estaba sellado y sobre él había una pluma negra como si hiciera falta su firma personal para saber que se había metido a mi habitación sin permiso. Cerré de golpe la ventana y eché el sobre a mi mochila para devolvérselo por la mañana, si se atrevía a aparecer. En cuanto a la pluma la tomé y le prendí fuego, un acto dramático y demasiado teatral pero que sirvió para liberar un poco mi rabia.
Fue imposible devolver el sobre a su dueño antes o después de la clase de historia porque él llegó exactamente a la misma hora que Lafter y salió inmediatamente como yo el día anterior, dudaba que él fuera a esconderse al baño de chicos.
Durante el almuerzo volví a intentarlo rompiendo el candado de su casillero, sin embargo apareció detrás de mí amenazándome con acusarme por intento de robo, y se negó a aceptar su tonto paquete, entonces lo tiré en el primer basurero que encontré pero para el final de la clase de Química volvió a aparecer dentro de mi mochila. Travis sugirió que me quedara con él, que no me hacía ningún daño y que esa cantidad de dinero podría ser útil, que si no me molestaba podríamos gastarlos en la celebración del triunfo de su equipo. Acepté a regañadientes.
El miércoles traté de saltarme nuevamente la hora del almuerzo para evitar juntarme con Katherine y Andrew, a pesar de que Travis estaba tan cerca de mí como antes, no podía permitirme otras relaciones cercanas, y cuando solucionara el problema de Liam tendría que decirle adiós definitivo a Travis también, aunque fuera doloroso yo sabía que era lo mejor, para él. Decidí vagar por un pasillo esperando que sonara el timbre para que empezara la clase de Química, la escuela era relajante en ese momento del día cuando la mayoría se congregaba en la cafetería o en los jardines más soleados.
De pronto, una mano surgió de uno de los salones vacíos y me cubrió la boca para que no gritara, con su otro brazo me arrastró al interior. Por la forma tensa de los músculos de sus brazos supuse que se trataba de un chico, su fuerza era mayor que la mía, y también era varios centímetros más alto; “Gabriel” pensé inmediatamente atemorizada agradecida de no haber estado acompañada en ese momento. Forcejé contra él mientras se dedicaba a cerrar la puerta y luego me soltaba.
Por inercia, mi primera reacción fue tomarlo de la camisa y lanzarlo contra el montón de pupitres apilados de la clase. Algo no estaba bien, había sido demasiado fácil, demasiado débil… muy humano… tres presencias humanas allí, dos gritando mi nombre con alarma y mi víctima armando un estruendo en su caída.
¡Andrew! exclamé horrorizada de mí misma.
Me abrí paso entre el desorden de las sillas caídas y me acerqué a él pensando en como explicaría porque había podido lanzarlo cual muñeco de trapo.
De verdad lo siento… pensé que… balbuceé y me detuve a tiempo, no podía decir lo que había pensado realmente ¡¿Qué te pasaba por la cabeza para hacer algo así?!
Kat y Travis se acercaron también alarmados. Afortunadamente, o quizás no, Drew seguía consciente y trataba de incorporarse pero solo consiguió sentarse, hizo una mueca de dolor que me hizo sentir irremediablemente culpable.
Te dije que no lo hicierasrió Travis.
Pensé… que… sería divertido. jadeó él mientras yo le devolvía una mirada asesina a Travis, no sabía porque estaba tan enojada. Creo que me rompió el brazo.
Sí, está roto. corroboró Kat después de analizarlo unos minutos.
Justo a unos días de la final… gimió Drew de tal manera que me hizo sentir más culpable.
En todo caso… traté de recobrar la compostura y desviar si podía la atención para evitar la pregunta “¿Cómo lo has hecho?” ¿Por qué hiciste eso?
Estuve pensando toda la mañana… empezó Travisy se me ocurrió una manera de ayudar a Liam.
Abrí los ojos como platos. ¿Cómo se le ocurría hablar de Liam delante de Andrew y Kat? Entonces até cabos… la razón por la cual no se habían sorprendido tanto por haber lanzado a Drew por los aires, esa misteriosa reunión…
¡Les has dicho todo…!
Travis se puso una distancia prudente entre él y yo.
No me mates, Zaphirel… musitó con aire aterrado, pero se estaba riendo. A mí no me parecía gracioso.
Luego me volví para mirar a Andrew y Kat, que me miraban expectantes como si esperaran un espectáculo de circo, pero tranquilos como si lo hubieran sabido desde siempre y sólo les confirmaran sus sospechas, pero ellos nunca hubieran podido imaginarlo, a menos que ya hubieran tenido tiempo suficiente para digerirlo.
¿Así que… Nephilim? preguntó Kat con una risita nerviosa.
Asentí, dubitativa.
Siempre supe que no eras normal pero… esto de verdad ha superado mis expectativasañadió Andrew.
Me tumbé en el suelo y los demás también se acomodaron de tal modo que formábamos un círculo como lo habíamos hecho repetidas veces en el bosque, alrededor de una fogata, medité la idea de convertir varios pupitres en fogata, sólo para rememorar los buenos tiempos.
Se supone que ustedes no deberían saberlo, Travis tampoco debería saberlo pero lo sabe por culpa de Valerie… lo único que quiero es que se mantengan alejados de todo este asunto. De mí.
No podemos dejar que tú sola cargues con estodijo Kat, comprensivasomos amigos ¿o no?
Si, pero eso no significa…
Cuando uno dice que daría la vida por sus amigos, es literalme interrumpió Travis a la defensivaasí que aquí estamos, vamos a ayudarte en esto quieras o no. Acéptalo, tu sola únicamente lograrás que te maten.
Ustedes son humanosobjeté empezando a enojarmeharán que nos maten a todos.
No nos subestimesintervino Kat haciendo un mohín con la bocael hecho de que no tengamos poderes mágicos como tú o que no podamos lanzar gente por los aires, no significa que no podamos defendernos o hacer cosas inteligentes que puedan ayudar para salvar a Liam.
Y si te matan, ese psicópata que se llama Gabriel se va a comer tu alma o lo que seasiguió Drew con determinacióny si lo hace va a querer conquistar el mundo, entonces los primeros de los que se desharán, seremos los humanos.
En eso tenía razón.
Ademásdijo Travis animadamentete dije que tengo un plan. ¿No pensarás que sólo nos lanzaríamos los cuatro a la entrada de la mansión Jackocbsob con antorchas y ya, verdad?
Sentí que me sonrojaba ligeramente, eso había sido casi exactamente lo que había imaginado.
Bien, entonces, suéltalo de una vez.
Dijiste que ese paquete que te dio Engel tenía una dirección y que allí encontrarías a su hermana y a otros que te iban a ayudar a mejorar tus habilidadesasentí sin saber exactamente a donde se dirigíaa defenderte exactamente de él, lo que significa que en ese lugar debe haber otros como ustedes, probablemente ángeles.
Ángeles que jamás en su vida le prestarían ayuda a un Nephilim.
Eso no puedes saberlo. Y, estoy seguro de que esos ángeles estarán muy interesados en la historia de Gabriel, todo lo que él te contó, sus planes que deben ser ciertos. Gabriel no esperaba que salieras esa noche con vida y te lo ha dicho todo, tampoco contaba con que pudieras tener contacto con otros ángeles, ángeles que podían llevar esa información a los amigos del verdadero Gabriel o a su jefe… quien quiera que sea; y si no te creen Sophie confía en ti, ella podría ayudarnos a convencerlos. Entonces cuando lo sepan querrán detenerlo, tu sabes donde se esconde, lo tendrían rodeado y nosotros aprovecharemos para infiltrarnos al sótano y recatar a Liam.
  Los ojos de Travis brillaban con brío cuando terminó de hablar y yo tenía que admitir que era un plan estupendo, hasta la parte de pluralizar el infiltrarnos, no los quería a ellos cerca de Gabriel ni de Engel, ni siquiera alrededor de la mansión Jackocbsob.
De acuerdo, admito que tu plan es muy bueno y tiene posibilidades, bastantes, pero seré yo quien vaya donde Sophie y seré yo quien se meta a la mansión Jackocbsob.
¡O todos, o ninguno! Protestó Kat ¿Cuándo vas a poder entender que somos un equipo, que somos tus amigos y estamos para apoyarte?
Esa faceta de mártir no es para ti, Anneespetó Drew con el tono desdeñoso que siempre usaba para hacerme rabiar, pero cuando lo miré vi sus sonrisa abierta. No intentes protegernos, no busques dar tu vida por nosotros; sobre todo, no tomes decisiones que nosotros mismos podemos tomar, ya decidimos estar de tu lado y no hay vuelta atrás. Además, las heroínas trágicas no son sexys.
Me guiñó un ojo que me hizo meditar romperle el otro brazo, repentinamente me recordó a Engel.
Ya lo ha dicho élsonrió Travis. Armamos una coartada, ya que tú estás castigada y no puedes escapar así como así de tu casa. Escucha: el viernes después de clases Kat hablará con tu tía para pedirle permiso de que te quedes en su casa a dormir, ya que sus padres estarán fuera de la ciudad y ella teme quedarse sola. El sábado por la mañana asistiremos al partido de fútbol y entre el alboroto que se arme tu y yo nos escaparemos, tomaremos mi auto hacia Perthshire desde donde llamaré a mis padres para decirles que me quedaré en casa de Drew para celebrar el triunfo o lamentar nuestra pérdida, lo que sea. Una vez en Perth, tomaremos el tren hacia Edimburgo y luego un avión a Londres, donde tomaremos otro tren a Hampshire. Después… veremos que sucede.
No podía creerlo. Mi mirada se tornó borrosa cuando las lágrimas se agolparon en mis ojos deseando salir; nunca me había dado cuenta de los buenos amigos que tenía, nunca los había valorado de verdad, ni siquiera había contado a Andrew entre mi círculo de amigos, pero en ese momento estaban allí los tres, arriesgando sus vidas por mí. Lo lamentaba por el feo reloj de gatito, pero de todas maneras, lo nuestro nunca hubiera funcionado.
Chicos… dije con voz quebradagracias…
Las lágrimas escaparon por fin de mis ojos y empecé a llorar incontrolablemente mientras sonreía y soltaba risitas nerviosas. Kat se acercó a mí y me abrazó murmurando algo que no entendí a través de mis sollozos, después Travis y Drew se unieron al abrazo. Yo no estaba sola y no tenía por que condenarme a eso si era lo que Gabriel y Engel querían.
El abrazo fue duradero hasta que Andrew se quejó y se apartó por el dolor que le producían los huesos rotos del brazo.
Creo que yo puedo arreglar esodije limpiándome las lágrimas.
Hice que se quitara la chaqueta y puse mis manos sobre su brazo dañado, entonces me concentré esperando que saliera bien. Unos segundos después empecé a notar que algo cálido fluía dentro de mi cuerpo, era una sensación agradable que se volvió repentinamente fría, incluso dolorosa, era como si el dolor del brazo de Andrew estuviera siendo absorbido por mi cuerpo y casi me aparté pero me mantuve firme hasta que la sensación fría se volvió cálida de nuevo, sin embargo el dolor seguía dentro de mi cuerpo.
—Wow, esto es… genialmusitó Drew con asombro mientras movía las articulaciones de sus dedos para asegurarse de que todo funcionaba como antes¡Funciona!
Kat aplaudió un par de veces emocionada y Travis le dio un golpe en el antebrazo como si quisiera confirmar que no estaba mintiendo.
¿Qué más sabes hacer?
No mucho…
¿Tienes alas?
No… no lo se.
¿Lees mentes?
Si, a veces…
¡Lee la mía! Dime que estoy pensando. Saltó Drew, emocionado.
¿Por qué? No quiero saber lo que estás pensando.
¡Ja! No puedes hacerlo.
Si puedo.
Estas mintiendo.
También puedo volver a romperte el brazo…

El viernes a la hora de salida Kat cruzó conmigo el aparcamiento, por alguna razón yo estaba nerviosa, sin embargo ella se mostraba tranquila, dijo que sabía perfectamente como hacerlo; y cuando vislumbramos mi auto, Kat se apresuró hasta él asomándose por la ventanilla del lado del copiloto, yo me quedé rezagada a propósito con mi mejor cara de resignación.
Sólo será un fin de semana, lo prometoescuché decir a Kat con dulzura cuando alcancé el auto, era muy probable que estuviera usando el efecto de sus ojos de borrego tiernoes la primera vez que mis padres me dejan sola…
Podrías quedarte en nuestra casaescuché que decía Juliette. Eso no estaba contemplado en el plan.
Sería buena idearespondió Kat, entonces supe que ella si lo había contempladopero, creemos que no es seguro dejar la casa sola, es por eso que mis padres me dejan y no me llevan con ellos; la semana pasada intentaron meterse en la casa de los McKornick, pero dicen que su perro asustó a los intrusos, ahora encuentro la utilidad de tener un perro tan grande y feo… No se preocupe señora Crawforth, comprendo si no es posible, sólo quería intentarlo…
Está bien, Kataceptó finalmente Juliette. Sólo por esta vez. La llevaré a tu casa a las ocho.
¡Oh, muchas gracias, señora Crawforth!
De nada.
Kat se apartó de la ventanilla y después de dar nuevamente las gracias se alejó agitando su brazo en el aire en señal de despedida; cuando ocupé mi lugar dentro del auto esperé a que empezara a regañarme por el atrevimiento de Kat, pero no dijo nada.
Fue muy amable de tu parte dejar que pasara el fin de semana con elladije con voz neutral.
Era la primera vez en toda la semana que le dirigía la palabra y no era porque yo estuviera enojada con ella, era más bien por el miedo que sentía a que se volviera a poner como una furia y me espetara esas terribles acusaciones que lamentablemente era ciertas.
Sólo procura no hacerle daño a nadie más. Respondió secamente y esa simple frase perforó mi pecho, produciendo un dolor terrible e intangible.
Cinco minutos después de las ocho, Juliette me dejó en la puerta de la casa de Kat, como un golpe de suerte el auto de sus padres no estaba a la vista, y fue Kat quien abrió la puerta, la casa se veía vacía salvo por ella, así que mi tía se marchó convencida de que no era algún extraño juego de mentiras. Una vez que vi el auto de Juliette doblar en la esquina, pude relajarme por completo aunque aún quedaba mucho por delante. Una parte de mí se sentía optimista respecto al plan de Travis, mientras que la otra, ya estaba maquinando lo que sería un plan B.
De pronto, el tiempo transcurría demasiado rápido y las horas de la noche se consumieron una tras otra en lo que me parecieron minutos, aunque esa noche apenas logré dormir un par de horas, los nervios me hacían su presa innegable y el pánico empezaba a apoderarse de mí debido a la incertidumbre; las pesadillas volvían a después de mucho tiempo… cada vez que cerraba los ojos, los gritos de Liam en la cámara de armas, me despertaban.
Por la mañana volví a revisar cuidadosamente el contenido de mi mochila y todo estaba allí, el paquete de Engel, dos mudas de ropa y mi Azadeth Scriptus porque pensaba que podía aprender algo nuevo de él, o que probablemente tuviera alguna utilidad, quizás sólo me hacía sentir segura igual que la estrella de zafiro colgada en mi cuello debajo de mi jersey rojo.
El aire fresco de la mañana me alentó de manera positiva, y caminar hasta el colegio, donde se desarrollaría el partido, me sirvió para poner en orden mis pensamientos. Kat y yo ocupamos un par de asientos de manera estratégica, cerca de la salida hacia los vestidores, justamente por el lado del campo donde salieron ambos equipos para competir; aunque yo no sentía la misma euforia que el resto de la escuela puse mi mejor cara cuando vi a Travis en su lugar de capitán, radiante con sus rizos recogidos en su nuca, portando el uniforme negro y rojo, y una sonrisa autosuficiente en el rostro; a su lado Andrew serio como si estuviera concentrándose al máximo.
Justo después de escuchar las gaitas y el himno de Escocia inició el partido, los ciento veinte minutos más largos de mi vida que terminaron en un eufórico triunfo de cuatro goles a uno a favor del Birnam College. Cuando el árbitro dio el silbatazo final la mayoría saltó de las gradas en una estampida feroz para felicitar a los jugadores del equipo, para admirar de cerca la copa y para adorar a su capitán y entrenador. La multitud desordenada fue útil para que Kat y yo nos filtráramos hacia el corredor que dirigía a los vestidores, los guardias de seguridad ni siquiera lo notaron, pues estaban más preocupados por impedir que todos los demás entraran. Entonces inició otro periodo de espera donde sólo escuchaba las atronadoras porras desde fuera, estaban sacándome de quicio, era como dos panoramas distintos que no concordaban en sí mismos: uno lleno de alegría propio del gran triunfo de un campeonato; el otro, era como la tensión que se vive en una sala de espera de un hospital.
Veinte minutos después, el equipo entero entró, un par de chicos, los más grandes y fuertes llevaban a Travis encima de sus hombros mientras él mantenía en lo alto una reluciente copa dorada. Entonces, él pidió que lo bajaran y le pasó la copa a otro chico que puso cara como si la misma reina lo hubiera condecorado. Travis y Drew se abrieron paso entre las personas que los rodeaban y se aproximaron en nuestra dirección, el silencio se hizo y todos miraron con curiosidad al otro lado, curiosos del siguiente movimiento de Travis.
— ¡Pueden seguir, los alcanzaremos luego! exclamó Travis dirigiéndose a su equipo, pero nadie se movió.
Entonces ocurrió lo inesperado, Travis vino directo a mí, me rodeó por la cintura y plantó un beso en mis labios, que sólo tuvo como respuesta que rodeara mis brazos a través de su cuello. Unos segundos después se separó y me pasó el brazo por los hombros; los demás como si hubieran captado una señal se alejaron retomando el alboroto. Miramos en dirección contraria donde Kat y Andrew ya se alejaban tomados de la mano, aunque más bien parecía que Drew arrastraba a Kat. Apresuramos nuestro paso y llegamos casi corriendo hasta el aparcamiento en dirección al estridente Focus amarillo de Travis.
Diles a los demás que me fui a celebrar con mi nueva noviadijo Travis a Drew con una risa nerviosa. Estaremos en contacto.
Tengan mucho cuidadodije sin poder evitar el tono de preocupaciónSi ven a Engel o a un sujeto rubio con cara de ángel psicópata, aléjense de inmediato.
Descuida, tendremos cuidadodijo KatBuena suerte.
La íbamos a necesitar.
Travis puso en marcha el auto y salimos en del aparcamiento del colegio, pero, pisó el acelerador hasta que terminó de escribir un mensaje de texto.
Tomamos la A9 en dirección a Perth, sólo logré relajarme un poco cuando las casitas de Birnam empezaron a quedar atrás para dejar visible un paisaje verde y boscoso que se extendía a ambos lados de la carretera, a veces se volvía una ancha línea verdosa y borrosa lo que indicaba que Travis aceleraba, pero después recordaba el límite de velocidad que a mí no me importaba en absoluto, pero, tomando en cuenta que nos estábamos escapando, lo último que queríamos era a un policía deteniéndonos por ser menores de edad e ir a exceso de velocidad, y eso simplemente significaría el fin de nuestro maravilloso plan.
Apenas hablamos durante el viaje a Perth y dejamos que sólo la música llenara nuestros largos silencios, tal vez ambos estábamos tan nerviosos para decir cualquier cosa, quizás la adrenalina seguía fluyendo por nuestros cuerpos, lo que me recordaba ese beso delante de todos, me hacía sentir incómoda, aunque no era nuestro primer beso, se sentía diferente, probablemente porque ya no éramos niños y ahora pensábamos más en lo que hacíamos. Desvié por un momento la mirada hacia Travis que lucía consternado y supe que él también pensaba en ese acontecimiento, aunque no sabía de qué forma. Recordé repentinamente que yo podía saberlo si quería, que podía hurgar en su mente pero me sentí avergonzada casi al instante de haberlo pensado porque yo hubiera detestado que alguien no respetara mi privacidad, yo había detestado cada uno de los momentos que Engel se había metido a mi cabeza como un intruso, era una táctica sucia y vil que no podía atreverme a usar con Travis para obtener alguna ventaja.
El recorrido hasta Perth duró cuarenta y cinco minutos hasta la central de trenes donde aparcó lo más cerca que pudo de la entrada, tomamos nuestras cosas, dio al guardia uno de los billetes de cien libras, diciéndole que si lo cuidaba bien tendría otro igual a su regreso, el hombre lo aceptó con gusto aunque al principio nos miró con recelo después pareció decidir que no éramos peligrosos, incluso nos deseó un buen viaje; a toda prisa entramos al edificio de color granate, que a mí siempre me había recordado la estructura de un colegio. Con otro billete compramos un par de boletos con destino a Edimburgo y con el cambio pudimos comprar algunos sándwiches para el camino, que en realidad terminamos ingiriendo antes de que llegara nuestro tren. Me pareció curioso como todos nos miraban al pasar por su lado cuando buscábamos un par de asientos libres, por un momento pensé que aún estaba dentro de mí la paranoia de haber salido clandestinamente, sin permiso, con un par de coartadas frágiles capaces de ser descubiertas en cualquier momento, ó incluso, que todos eran demonios que nos vigilaban, pero entonces me di cuenta de lo que en realidad sucedía.
Travis… balbuceé en voz bajacreo que no es buena idea que vayas por allí con tu uniforme que dice “Birnam College”… creo que todo el mundo piensa que… nos estamos escapando, no sé si sabes a qué me refiero.
Ohél comprendió de inmediato a qué me referíaes cierto, iré a cambiarme de ropa… con todo esto lo olvidé por completo. Es una lástima que los trenes no cuenten con duchas.
Tomó su mochila y se dirigió al baño. Mientras tanto, yo me quedé allí sentada mirando el paisaje correr por la ventanilla y conforme nos acercábamos al sur las nubes se oscurecían pasando de un gris perlado a un gris oscuro y tormentoso; intenté cerrar los ojos pero el traqueteo de la maquina perforaba mis oídos, en realidad apenas era perceptible pero mis sentidos agudos lo volvían insoportable, dándome la sensación de ir andando sobre una carreta a través de un camino empedrado, o simplemente un viejo tren de vapor.
Te vez maldijo Travis cuando volviódeberías intentar descansar.
Es imposibleintenté sonreír pero no logré más que una mueca.
Él tomó asiento a mi lado a pesar de que el que estaba delante de mí se hallaba libre por fortuna habíamos encontrado sitio en un vagón casi vacío. Mi amigo me abrazó repentinamente y ese gesto cálido me hizo sentir reconfortada de alguna manera, era como si el tacto de Travis tuviera algo mágico que me hacía sentir protección; recargué mi cabeza contra su hombro y cerré los ojos cuando los dedos de Travis empezaron a juguetear con mi cabello provocándome una sensación reconfortante y muy relajante; parecía tan mágico que alejaba el insoportable ruido del tren, y los colores fuera de la ventana se volvían brillantes mas sin embargo inalcanzables.
Cuando volví a abrir los ojos me costó unos cuantos minutos darme cuenta de donde me encontraba y porqué; la mitad de mi cara tenía las marcas del regazo de mi amigo y fuera ya caía un fuerte aguacero que golpeaba las ventanas nublando la visibilidad del exterior, no supe cuanto tiempo me había quedado dormida, pero estaba segura de que no había sido mucho pese a tener la sensación de que habían transcurrido horas.
Creí que habías dicho que era imposibledijo Travis esbozando una sucinta sonrisilla.
Calla… ¿Te sucede algo? me atreví a preguntar finalmente cuando me desperecé.
¿A qué te refieres?
—Desde que salimos de Birnam has estado… extraño. —Lo acusé— ¿Te arrepientes de haberme acompañado?
— ¡No! —Se apresuró a decir y luego bajó la mirada—Es que… ese beso, no debí.
Ah… ¿Así que es eso? mascullé sintiendo como se me contraía el estómago aunque no pude identificar la razónEs cierto que no debiste, pero supongo que por algo lo hiciste.
Si, así es. Afirmó. —Tenía que buscar una rápida excusa para que me dejaran ir y también justificar mi ausencia de las celebraciones; eso fue lo primero que se me ocurrió, que no pensé en las consecuencias.
¿Consecuencias? Travis, pero si no sería la primera vezintenté reírmevamos, ni siquiera me importa, si hubieras sido otro sin duda tendrías un ojo morado.
Dime… ¿Por qué razón jamás pensarías tener algo con Drew?
La pregunta me tomó por sorpresa.
Pues… porque él no me gustacontesté inmediatamente como si fuera obvio. Drew es… se ha portado amable, aprecio mucho lo que está haciendo por mi, pero no es secreto que nosotros dos, siempre peleamos, como si no pudiéramos vivir en el mismo espacio sin que ese roce desencadene algo que moleste al otro, es curioso.
¿Algo más?
Pues… porque… Me llevé la mano a la boca ahogando una exclamación sorprendida, al comprender a donde quería llegara Katherine le gusta Drew y ella es mi mejor amiga.
Por eso mismo besarte delante de él y hacer que todos creyeran que eras mi novia, fue malo.
¿Estás insinuando que Drew…? él asintiópero es imposible, desde que nos conocimos se la pasa diciendo cada comentario mordaz para contradecirme.
Cada chico demuestra que le gusta una chica de diferente manera. Dijo seriamente como si empezara a hablar de alguna ciencia desconocidaAlgunos como Drew son insoportables, otros son arrogantes, también están los que llaman la atención de cualquier manera y los que llegan a través de una linda amistad…
Y dicen que nosotras las chicas somos complicadasbufé cruzándome de brazos.
A mi cabeza llegaron preguntas que no esperaba, como por ejemplo ¿Qué clase de chico era Liam?… o mejor aún, ¿Qué clase de chico era Engel? El arrogante, me respondí, era casi lógico. Moví la cabeza de un lado a otro, no me podía permitir tener esa clase de pensamientos cuando estaba en camino hacia una conspiración contra él, cuando probablemente estaba yendo a buscar al ángel que lograra terminar con su híbrida vida. Me reprendí a mi misma, porque quería que de una vez por todas ese amor irracional se desvaneciera y se convirtiera en odio a causa de lo que he había hecho, sí, había odio, rencor… pero no el suficiente para matarlo con mis propias manos. Aunque aliviada, descubrí que tampoco había el suficiente amor para querer estar a su lado otra vez.
Lo son, es complicado llegar a ustedesagradecí que Travis siguiera el hilo de la conversación porque yo me había perdido por completo en mis pensamientosmírate, ni siquiera te habías dado cuenta de que le gustabas a Drew cuando es demasiado obvio. Tú eres una de las más complicadas que he conocido.
Me crucé de brazos en fingida indignación.
Pues si buscaban algo fácil, debieron ir directo a Rachel Arrington.
Travis me abrazó, rodeando mi cuello y atrayéndome hacia él, luego besó el costado de mi cabeza como una niña pequeña a la que quiere sacar de un berrinche.
No, gracias; ella me provoca… todo menos atracciónambos nos echamos a reír. Y yo ya tengo a mi chica especial…
A quien aún no conozco y cuyo nombre sigue siendo un verdadero misterio.
Sus ojos castaños recuperaron su brillo habitual. Inconscientemente sus dedos empezaron a juguetear con un curioso dije que colgaba de un cordón negro atado a su cuello, parecía una flama plateada invertida, siempre lo llevaba puesto pero nunca se me había ocurrido cuestionar su origen, siempre había asumido que lo había comprado, sin embargo ahora resultaba un motivo cuestionable que me intrigaba.
¿Sabes? dije después de mirarla hipnotizada durante un ratoYo creo que Drew no está molesto contigo, ustedes se conocen bien, tienen ese código de chicos y sé que él sabe que tu y yo sólo somos amigos, seguro el enojo le duró solo un par de horas, Kat debió encontrar una manera de ponerlo de buen humor otra vez.
Si, creo que tienes razón, exageré un poco, él no es tan inmaduro.
Por supuesto, aunque ahora yo tendría que vivir con la idea de que Andrew Stephenson estaba enamorado de mí y estaba segura que no duraría mucho tiempo, no pensaba dejarlo así, a la deriva, haciéndose alguna clase de esperanza, o que siguiera luchando una pelea perdida; además estaba Kat, ellos dos podían estar juntos sin problemas, ambos eran normales, ambos humanos, sin la atadura de unas reglas tontas, sin la condena de ser peligroso para el otro. ¿Por qué el amor se molestaba en hacerse tan complicado?
Entre el agua que caía por la ventana del tren apenas pude ver cuando entrábamos a Edimburgo, inmediatamente me sentí mareada al ver la numerosa cantidad de líneas ferroviarias y el acero alzándose para esperar la llegada de los trenes, su estación era enorme (comparada con la de Dunkeld), me pareció más grande y desconocida que la de Perth, mucha gente iba y venía por la estación Waverley, una gran multitud de humanos inmersos en sus propias vidas, tal vez algunos de los que nos rodeaban ni siquiera eran humanos, aunque todos lucieran igual, ese era el problema, se mezclaban entre nosotros. Tomé la mano de Travis con fuerza, temiendo perderme. Me relajé ligeramente cuando salimos al exterior y el aire helado liberó mi mente, incluso me atrevía a admirar; era un lugar hermoso, de una antigua arquitectura exquisita y no tosca, esa clase de lugares en los que realmente nunca había estado pero había escuchado tanto hablar de ellos que los había imaginado. Allá en la cima de una colina estaba el castillo dándonos una gloriosa bienvenida. La capital era muy diferente a nuestro pequeño pueblito con unos cuantos edificios altos, la mayoría solamente llegaba a tener dos plantas, mientras que aquí, lado a lado se alzaban altas edificaciones, había mármol en sus paredes y nuestra maravillosa catedral medieval era una casita de muñecas comparada con la catedral gótica de Edimburgo que podía ver desde muy lejos; en la calle había mucha gente a pesar del clima húmedo, los sonidos también eran diferentes, incluso el olor de la ciudad contrastaba con el aroma de Dunkeld el cual casi siempre estaba impregnado de tierra mojada y bosque, aquí no había bosque que pudiera verse desde cualquier punto. Pude ver todo eso a través de una ventanilla de taxi rumbo al aeropuerto, en éste lugar tan grande hubiera sido fácil esconderse, rebosaba de una infinidad de rincones y callejones. Suspiré con anhelo de una vida ajetreada donde mis máximas preocupaciones fueran tomar el autobús correcto y llegar siempre a tiempo, tener una cafetería cercana para beber el té, estresarse por el ruido de los coches que abundaban en diferentes carriles en una sola calle y la gente intolerante.
Al llegar al aeropuerto, compramos dos billetes de avión directo a Londres utilizando los fondos de Engel que no parecían tener un fin, pero estaban resultando útiles; esperamos una hora antes de que nuestro vuelo fuera anunciado y en ésta ocasión fue Travis quien durmió durante el viaje, rindiéndose apenas el avión había alcanzado su altura; yo en cambio me dediqué a observar como pasábamos a través de las nubes aunque no sentía esa libertad que debe sentir un ave al volar, esa adrenalina y el viento besando tu cara, me preguntaba si yo algún día sería capaz de hacerlo sin la necesidad de una coraza de metal, hacerlo por deseo de sentirme libre y de tocar las nubes… si yo era la mitad de un ángel tendría que tener unas alas aunque fueran pequeñas, resistí el impulso de girarme y desposarme de mi ropa para mirar mi espalda buscándolas, Liam había dicho que si teníamos pero nunca me había dicho como sacarlas, ni tampoco me había mostrado las suyas.
El vuelo resultó ser mas corto de lo que había supuesto, habíamos estado en el avión por poco más de una hora; apenas eran las cuatro y media de la tarde cuando llegamos a Londres y tomábamos el tren hacia Southampton desde la estación King’s Cross. Eso significaba que cada vez estábamos más cerca de Sophie y pronto sabríamos si habíamos cruzado el país para nada o si de verdad había valido la pena arriesgarnos.
En casa todo seguía marchando perfectamente, Travis había hablado desde el tren con Drew (quien ya no estaba enojado) y estaban celebrando la victoria en el pub donde Liam solía trabajar, allí se suponía que estaba Travis, eso pensaban sus padres y después de algunas cervezas irían a la casa de Drew, mientras que Kat y yo nos aburríamos viendo televisión en su casa cotilleando sobre cosas del colegio, como hacían las chicas.
Me dediqué a echarle un vistazo al Azadeth Scriptus cuando se me ocurrió la idea de que quizás no estaríamos yendo donde Sophie y un ejército de ángeles vengadores, sino directo a una más de las trampas de Engel. El plan de Travis me había parecido perfecto que nunca sopesé la posibilidad de que Engel lo hubiera inventado todo y había pretendido alejarme por completo de casa para atraparme en un lugar donde no conocía a nadie, un lugar mucho más grande y con menos posibilidades de huir. Expresé en voz alta mis temores y la idea de volver a Dunkeld en ese preciso momento, pero Travis se negó rotundamente. En su mirada notaba la excitación y de verdad no le importaba lo que hubiera al final del camino mientras le diera una historia que contar a sus hijos y sus nietos, algo por lo cual sentirse fuerte y útil, fuera de la rutina de Dunkeld & Birnam.
De acuerdoacepté armándome de valorpero mantente cerca en todo momento, si hay necesidad de huir de emergencia sólo te tomaré de lo primero que encuentre y desapareceremos… no te sueltes y… cierra los ojos cuando todo empiece a dar vueltas.
Si puedes desaparecer de un lugar y aparecerte en otro en un parpadeo… ¿Por qué hicimos todo ese recorrido?
Por un montón de razonescontesté en voz baja pues íbamos en la parte trasera de un taxi, aunque estaba segura de que el hombre había escuchado infinidad de historias lunáticas en su vida y nada le importaba más que terminar su jornada laboral. Porque nunca he hecho eso con otra persona, porque nunca he estado aquí y al menos yo necesito visualizar el lugar a donde quiero ir y si fuera tú no confiaría mucho en mis poderes, Liam solía llamarme defectuosa… creo que no funciono bien o algo así.
Cuando el taxi se detuvo miré afuera y me sentí ligeramente confundida pensando que el hombre se había equivocado de sitio, pero cuando lo obligué a corroborar la dirección escrita en el papel, pareció ponerse de mal humor así que pagamos la tarifa y salimos.
Miré alrededor boquiabierta; había esperado que delante de nosotros se alzara una fortaleza de apariencia impenetrable, un lugar en medio de la nada cuya entrada estaría custodiada por un par de fornidos ángeles en su apariencia humana pero aún así intimidantes; sin embargo era todo lo contrario, nos rodeaba una linda zona habitacional de casitas cuadradas de dos pisos y jardines delanteros muy bien cuidados, parecía el lugar perfecto donde una familia pequeña de clase media podía hacer una vida tranquila y sin preocupaciones; No me equivocaba porque en algunos de los jardines había alguna bicicleta o una pelota de fútbol, una que otra mascota descansando perezosamente en un césped calentado por el sol.
Travis me miró y supe que él había esperado también una fortaleza angelical porque alzó la ceja y en silencio me preguntó si estaba segura de que ése era el lugar.
Leí como por décima vez la dirección y localicé el letrero al final de la calle que rezaba “Kingfisher” después el número 61 que tenía la casa delante de nosotros… no había ningún error. Me encogí de hombros y tomando la mano de Travis, cruzamos el camino hasta la entrada. La casa estaba iluminada por dentro lo que era una buena señal aunque ninguna cortina abierta mostrara alguna señal de sus habitantes o una sombra que nos dijera de qué tamaño eran nuestros probables nuevos enemigos. Volví a mirar alrededor, sintiéndome desprotegida a plantada allí a plena luz del día, escudriñé el jardín y más allá de éste, en busca de cualquier cosa que pudiera servir de arma, pero salvo el elfo custodiando un grupo de begonias, había nada que pareciera amenazador.
Travis se colocó a mi lado mientras yo presionaba el timbre un par de veces y miraba a la puerta en espera de que algo sucediera. Después de unos segundos, escuché pasos aproximarse y la puerta se abrió mostrando un vestíbulo bien iluminado, sin ninguna marca satánica visible. Solté el aire que mis pulmones habían estado conteniendo cuando el inconfundible fogoso cabello rizado de Sophie se asomó por el umbral. Esbocé una amplia sonrisa dándome cuenta apenas de lo mucho que la había extrañado y de lo feliz que me hacía verla nuevamente, pero, antes de que me lanzara sobre ella para abrazarla supe que algo no iba bien... Los ojos castaños de la niña se abrieron como platos y antes de que pudiera articular mi disculpa por haberme dejado tentar por su hermano, cerró de un portazo que sonó como un fuerte cañón.
Me quedé estupefacta, pero no el tiempo suficiente como para reaccionar, un poco molesta, en realidad, estaba siendo infantil. No había sido para tanto, en mi defensa podía decir que lo había hecho como un método de supervivencia.
¡Sophie! Grité a la puerta golpeándola con la palma de mi mano un par de vecesNo puedes estar enojada por siempre, abre la puerta. Luego añadí una justificación a mi repentina llegada¡Se trata de Engel!
La puerta no se abrió, ni siquiera con la mención de su angelical y desorientado hermanito, quizás también siguiera enojada con él, tal vez ya sabía de sus últimas actividades. Me volví hacia Travis que se había quedado un par de pasos detrás de mí; le miré pidiéndole una disculpa, no obstante, su expresión estaba ausente, había sorpresa marcada en su semblante; quizás había esperado que la dulce niña de la que le hablé nos recibiera cálidamente. Perfecto, las hermanas de Engel eran unas lunáticas, como él.
No te preocupes…  tiene que abrir tarde o tempranole dije aunque no muy segura. es sólo que no nos esperaba, quizás fuimos inoportunos.
Me callé. En Travis había algo que no era miedo, estaba ausente en un lugar que sólo él conocía, su mirada fija en la puerta, su boca ligeramente abierta como si hubiera estado a punto de decir algo pero se había arrepentido en el último momento. Y, de pronto, sin decir nada, me apartó para pasar por mi lado y ponerse delante de la puerta, me di cuenta que estaba temblando cuando su mano se colocó en mi pecho haciéndome a un lado.
Sophie, abre la puertadijo con voz mesurada, tranquila, pero yo sabía que estaba conteniéndose aunque no sabía por que ¿le tenía miedo?—Me debes una explicación.
No tenía sentido, Sophie no tenía nada que explicarle a Travis, pero si eso funcionaba estaba bien. Un instante y la puerta se abrió lentamente.
—Travis… —la voz de Sophie se quebró cuando pronunció el nombre de mi amigo.
La niña se lanzó hacia el cuello de él con fuerza arrebatada, haciendo que retrocediera de golpe, casi perdiendo el equilibrio. Apreté mis puños dispuesta a lanzar bolas de energía contra Sophie, pero cuando miré bien ella estaba abrazándolo efusivamente y él correspondía el abrazo, no era un gesto de cordialidad, más bien parecía como si se conocieran desde siempre, ahí perdí la lógica de los hechos. El mundo se había puesto de cabeza. 



1 Comment to “19. Ángeles.”

  1. Anónimo says:

    Hola a todos,
    Mi corazón está lleno de alegría y contemtment por lo que este gran hechicero ha hecho por mí. Mi nombre es cristiano y mi marido me dejó por una puta barata y lloré todo el día y noche hasta que me encontré con este gran hechizo caster Dr. Rama (ramasolutiontemple@gmail.com), a quien en su misericordia me ayude a conseguir mi marido y mi roto familiares en casa. (mi casa que se rompió en los últimos dos años va a tener la mejor vida nunca más),
    contacto: ramasolutiontemple@gmail.com
    Gracias al Dr. Rama por todo lo que ha hecho por mí.
    este es mi testimonio y me aconsejo que tome cualquier problema que tenga con él pues no sólo me ayuda también a mis amigos.
    llevará los problemas a él y verlo resolver en menos de una semana.
    contacto: ramasolutiontemple@gmail.com

Leave a Reply